Desperté con el animo bastante bien, hice un par de llamadas y me disponía a lavar mis trastes sucios cuando recordé que hoy no había leído los periódicos, puse una rolita de Chetes, de esas para escucharse en día frío y nublado, entre a La Jornada en línea y ahí estaba la fatídica noticia: Muere el tecladista y fundador de Pink Floyd, Richard Wright.
A diario muere gente y de alguna forma también me afecta porque como escribió alguien por ahí, cada que muere un ser humano muere una parte de mí. Bueno, pues el chiste es que hoy el rock esta de luto (es frase la acaba de decir el señor Humito). Wright, que era de los chingones, de los meros buenos, perdió la lucha contra el cáncer. Podría sintetizar un breviario sobre su trayectoria o poner adjetivos guajoloteros para expresar mi pena y dolor, pero no, de eso se encargaran las revistas rockeras y musicales, púes al señor Wright no se le puede encasillar en el reducido concepto de rockero, Wright fue músico y de los picudos, águila descalza pues.
Este compadre compuso rolas que figuran en el soundtrack de mi vida, que me han y seguirán acompañando en los instantes gruesos o bellos que integran mi vida (y quizás, quien sabe, hasta de mi muerte). De ahí que al enterarme de que se pelo al otro lado, al lado de los muertos, sienta como una parte indefinida de mi también se haya ido para allá.
No puedo imaginar mi vida sin rolas como "Goodbye Blue Sky" o la chidisima y alucinante suite “Atom heart Mother” de casi veinticuatro minutos que incluyeron en el su quinto álbum los Pinks Floyds. Sin Richard Wright, la música, el rock, Pink Floyd y muchas vidas, como la mía, no serian lo que son. Así de ese tamaño. Me puedo morir y no pasa nada. Se muere Wright y deja un huecote tan grande e irrepetible como su mismo nombre.
Ya para despedirme les dejo dos rolitas. Es “Atom Heart Mother” en partes, la otra es un medley de la misma rola que hizo algún seguidor de Pink Floyd en alguna parte del planeta, me gusto mucho y cuando la escuche hace unos meses por vez primera pensé: “carajo, a esto sonarían las rolas de un hijo de Richard Wright y Yann Tiersen”.
A diario muere gente y de alguna forma también me afecta porque como escribió alguien por ahí, cada que muere un ser humano muere una parte de mí. Bueno, pues el chiste es que hoy el rock esta de luto (es frase la acaba de decir el señor Humito). Wright, que era de los chingones, de los meros buenos, perdió la lucha contra el cáncer. Podría sintetizar un breviario sobre su trayectoria o poner adjetivos guajoloteros para expresar mi pena y dolor, pero no, de eso se encargaran las revistas rockeras y musicales, púes al señor Wright no se le puede encasillar en el reducido concepto de rockero, Wright fue músico y de los picudos, águila descalza pues.
Este compadre compuso rolas que figuran en el soundtrack de mi vida, que me han y seguirán acompañando en los instantes gruesos o bellos que integran mi vida (y quizás, quien sabe, hasta de mi muerte). De ahí que al enterarme de que se pelo al otro lado, al lado de los muertos, sienta como una parte indefinida de mi también se haya ido para allá.
No puedo imaginar mi vida sin rolas como "Goodbye Blue Sky" o la chidisima y alucinante suite “Atom heart Mother” de casi veinticuatro minutos que incluyeron en el su quinto álbum los Pinks Floyds. Sin Richard Wright, la música, el rock, Pink Floyd y muchas vidas, como la mía, no serian lo que son. Así de ese tamaño. Me puedo morir y no pasa nada. Se muere Wright y deja un huecote tan grande e irrepetible como su mismo nombre.
Ya para despedirme les dejo dos rolitas. Es “Atom Heart Mother” en partes, la otra es un medley de la misma rola que hizo algún seguidor de Pink Floyd en alguna parte del planeta, me gusto mucho y cuando la escuche hace unos meses por vez primera pensé: “carajo, a esto sonarían las rolas de un hijo de Richard Wright y Yann Tiersen”.
Ni modo, uno menos aquí otro mas allá, en el mas allá.
Atom Heart Mother Piano Medley
Atom Heart Mother (parte 1)
Atom Heart Mother (parte 2)